EL PUNTO NEGRO MAS GRANDE!
Los quistes sebáceos son quistes no cancerosos comunes en la piel. Los quistes son anomalías en el cuerpo que pueden contener material líquido o semilíquido. Los quistes sebáceos se encuentran principalmente en la cara, el cuello o el torso. Crecen lentamente y no ponen en peligro la vida, pero pueden volverse incómodos si no se controlan. Los médicos generalmente diagnostican un quiste con solo un examen físico y un historial médico. En algunos casos, un quiste se examinará más a fondo en busca de signos de cáncer.
Los quistes sebáceos se forman fuera de su glándula sebácea. La glándula sebácea produce el aceite llamado sebo que cubre el cabello y la piel. Los quistes pueden desarrollarse si la glándula o su conducto, el conducto por donde el aceite puede salir, se daña o se bloquea. Esto generalmente ocurre debido a un trauma en el área.
Los quistes epidermoides, también llamados sebáceos, queratina o quistes epiteliales, son bultos pequeños y duros que se desarrollan debajo de la piel. Estos quistes son comunes. Crecen lentamente No causan otros síntomas y casi nunca son cancerosos. Los quistes epidermoides a menudo se encuentran en la cara, la cabeza, el cuello, la espalda o los genitales. Pueden variar en tamaño desde 1/4 de pulgada a 2 pulgadas de ancho. Se ven como un pequeño bulto, son de color tostado a amarillo, y están llenos de materia espesa y maloliente. No causan ningún dolor y generalmente pueden ignorarse.
Los quistes epidermoides generalmente son causados por una acumulación de queratina. La queratina es una proteína que se produce de forma natural en las células de la piel. Los quistes se desarrollan cuando la proteína queda atrapada debajo de la piel debido a una alteración de la piel o del folículo piloso. Estos quistes a menudo se desarrollan en respuesta a un traumatismo cutáneo, infección por VPH, acné o exposición excesiva al sol. Un quiste epidermoide es más probable que se desarrolle en personas con acné u otras afecciones de la piel.
La mayoría de los quistes epidermoides dejan de crecer o desaparecen por sí solos sin tratamiento. Los médicos generalmente toman nota de un quiste y lo monitorean durante cada revisión para asegurarse de que no haya cambiado. Dado que los quistes epidérmicos son muy raramente cancerosos, no representan un riesgo. La mayoría nunca son tratados.
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